Al principio era el Vacío. La Nada.
Pero vino Dios, y vio que aquello era muy tétrico, y decidió cambiar la Nada por Algo.
Así pues, Dios resolvió que debía crear cosas. Y creó el Cielo y la Tierra. Y creó los Océanos y las Montañas. Y creó la Luna y las Estrellas. Y como Dios llevaba un montón de tiempo creando cosas pero todavía no había visto ninguna, dijo: "Hágase la luz". Y la luz se hizo, y Dios pudo ver que las Montañas le habían salido un churro, así que decidió hacerlas otra vez.
Para alegrar todos aquellos parajes Dios creó a las Plantas y a los Animales. Decoró las llanuras con los verdes prados, y en ellas puso ciervos que pastaran y mariposas de vivos colores que revoloteran a su alrededor. Y vio Dios que lo que había hecho era bello.
Pero no satisfecho con su obra, Dios creó al Hombre y lo llamó Adán, y creó a la Mujer y la llamó Adana. Y dijo la mujer: "¡Qué original es mi nombre!". Y como lo dijo con un poco de retintín, Dios pensó en cambiárselo por Eva. Y una vez hizo esto, Dios reunió a Adán y a Eva y les dijo: "Creced y multiplicaos". Y Adán y Eva se pasaban todo el día creciendo y multiplicándose aquí y allá.
Hasta que Dios, cansado de aquel espectáculo, dijo: "¡Ya estoy harto de vosotros!. Vale que os dije que crecierais y todo eso... ¡Pero es que no paráis!". Y Adán le dijo: "Lo que te pasa es que nos tienes envidia porque tú no puedes crecer y multiplicarte". Y Eva dijo: "Eso". Y tal fue el enojo de Dios al oir estas palabras, que su voz se llenó con la furia del trueno y la fuerza de la tempestad, y dirigiéndose a aquellos dos humanos dijo: "¡Como castigo por vuestra insubordinación os mandaré la más grande de las maldiciones!".
Y Dios les envió esto.